Tan es un capricho de Emilio eso del Macrobús que el sábado pasado él mandó a los “Antimotines” a “convencer” de modo que no se puede tachar más que de fascista, A PALOS, a los ciudadanos que se atrevieron a aparecer en la marcha y decirle que no estaban dispuestos a permitir otras dos líneas del Macrobús en sus respectivas colonias. A ellos y a cualquiera que tenga dos dedos de frente, les “huele” a negocio, un negocio millonario en el que después de su periodo de gestión, le vaya mal o bien en la política, seguramente permitirá a Emilio González vivir holgadamente el resto de sus días, puesto que todo lo que hemos visto en el caso del Macrobús se presta a considerar la posibilidad de que si no él, personas muy cercanas al titular del Poder Ejecutivo se beneficien con las ganancias que obtengan los camioneros metidos a “macrobuseros”.
Pues bien, todas esas personas que acudieron a la marcha, además de haber sido fotografiadas por el personal de “Sigmas” de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, y de ser “fichadas” en los archivos de la dependencia, ahora son señaladas como “Agitadores profesionales”. Un maquinazo, publicado en un diario local que nunca se ha distinguido por su pasión ante los problemas sociales, a merced, según se aprecia, de una “filtración” del mismo gobierno, señala que los detenidos y otros participantes en la marcha son “agitadores profesionales”, llega a tal grado de mencionar a Gilberto Parra Rodríguez, ese mismo que consiguió que a los viejitos ex braceros, les diera una lanita, el gobierno de México, que durante años les habían escondido.
Gracias a las gestiones del grupo activista fundado por Parra, ellos obtuvieron una considerable suma. Algunos de ellos, a los 80 y tantos años, o a los 90 y tantos, recibieron 50 mil pesos, o más, en algunos casos menos, pero tales cantidades las cobraron directamente en las oficinas de Telégrafos y la intervención de Parra y su gente, no representó para los ex braceros, tener que pagar un solo centavo ni dar comisión posterior. Esta es solamente una de las acciones de Parra, al que este insensible diario se atreve a llamar “agitador profesional”. ¿Será que los viejitos no importan?... Este columnista pudo observar la emoción de algunos de ellos al recibir su dinero, el giro en la oficina de Telégrafos, una felicidad que solamente le da a alguien la dicha de recuperar algo que es de él, no algo que le están entregando como si fuera una limosna. En fin, por eso ¿podremos llamar a Gilberto un agitador profesional?.
Y a Saúl Cotero Bernal, estudioso del derecho, un destacado estudioso del derecho a quien vergonzosamente los “Antimotines” ni siquiera podían subir a una camioneta. Esos señores que se pasan todo el día –se supone- preparándose físicamente para golpear sin dejar huella, para reprimir, y ejercitando su cuerpo, no podían con un civil de aspecto pícnico, sedentario, que ahora les resulta peligroso solamente porque piensa, porque sabe, porque es valiente y sale a la calle a expresar sus inconformidades.
Nuestras autoridades no entienden. Ya vieron la Marcha del Hartazgo, ya tuvieron la votación del 5 de julio, mejores muestras no puede presentárseles. La gente, y no digo todos los jaliscienses, porque mentiría, están hartos de que el gobierno se pretenda erigir en un régimen de autoritarismo, de totalitarismo, de dictadura.
La represión del sábado pasado no fue aislada y eso está demostrado con la publicación del citado diario, que llama agitadores a quienes tienen los tamaños suficientes para salir a la calle y dar la cara, no como precisamente quien anónimamente escribió y publicó la nota en la que se asegura que Cotero, Gilberto y otros, son agitadores profesionales que obedecen a los intereses de camioneros que ven afectados sus intereses por el Macrobús. Y si fuera así, si en realidad tras de Cotero estuviera Enrique Galván ¿sería delito?, se justificaría que lo hayan arrastrado, que le haya pegado, cuando es una persona –solamente por tratarse de un ser pensante- que merece respeto de la autoridad, al menos así lo dice la Constitución.
Lo cierto es que quienes estuvieron en la manifestación representaban intereses, unos que no quieren que pase por la calle de su casa, otros que creen que perjudicará su negocio, pero al fin y al cabo la Constitución les consagra el derecho de manifestarse respetuosamente. Bueno, en ocasiones no son tan respetuosos, pero ¿cómo exigirles que lo sean, si el gobernador mismo empezó a llevarse con aquello de la mentada?.
Lic. Rodolfo Chávez Calderón
Subdirector de LA PRENSA JALISCO
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